Perder peso a los 20, 30 y 40

No importa qué tan viejo seas, siempre habrá algo que te impida alcanzar el peso deseado. Pero, si usas la estrategia correcta, puedes lograrlo.

A los 20: Comes junto con tu pantalla

Desayunas mientras ves tu correo electrónico, trabajas mientras almuerzas y ves fotos durante la cena: ¿Te suena familiar? “Cuando comemos frente a la computadora o cualquier pantalla, comemos más y nos sentimos menos satisfechos que cuando nos concentramos solo en comer”, dice Ansel. Acabar con este hábito no es fácil (te entiendo, hay que hacer muchas cosas a la vez a veces), pero vale la pena esforzarse para eliminarlo. Si no puedes salir a almorzar durante tu jornada laboral, visita la sala de descanso en tu oficina para relajarte un poco. Luego, intenta cenar sin ver TV y pon tu smartphone lejos de ti. Te darás cuenta de lo agradable que es concentrarse en la comida.

A los 30: Tu refrigerador está vacío

Los viajes al supermercado se vuelven mucho más difíciles (y menos frecuentes) si tenemos un niño en nuestras vidas. Así que es importante llenar nuestra cocina que comida saludable que nos ayude a preparar platos de forma rápida. Un plato de avena con fruta, nueces o semillas de chía y leche baja en grasa es algo muy fácil de preparar y que te mantendrá saciado por horas. Al igual que los huevos revueltos y las tostadas francesas, según Ansel. Otra idea: Pon mucha salsa de tomate baja en azúcar, pasta de granos y frijoles blancos enlatados en un plato y ya tienes un almuerzo listo en menos de 15 minutos. También puedes tomarte dos minutos para combinar atún de lata o salmón con lechuga y tomates, dice.  54364565435654

A los 40: Pierdes masa muscular

Conforme tu cuerpo va envejeciendo, los músculos empiezan a disminuir y tu metabolismo se ralentiza, lo que causa un aumento de peso. Pero si consumimos proteínas a lo largo del día y entrenamos con peso, podemos revertir este proceso, dice Ansel. Muchas personas comen la cantidad correcta de proteínas, pero no las consumen en el momento correcto, dice. Si comes la mayoría de las proteínas durante la cena, tu cuerpo no tiene tiempo para usar toda la energía, así que la almacena en forma de grasa. Si distribuimos bien nuestro consumo de proteínas, nuestro cuerpo mejora. Intenta comer 20 o 30 gramos con cada comida y 10 gramos con cada merienda.